El Observatorio Urbano de León: una experiencia de participación social y credibilidad.
Arq. Rafael Pérez Fernández
- Introducción
El presente artículo pretende mostrar la experiencia que se ha tenido en la creación y consolidación del Observatorio Urbano de León (OUL), que es un organismo independiente, integrado por representantes de instituciones académicas, gremiales, empresariales y del gobierno local.
Surgido con el objetivo de obtener, analizar, evaluar y difundir información, en forma de indicadores, sobre la realidad del desarrollo urbano sustentable de la Ciudad de León y su área de influencia, este organismo ha tenido ya algunas experiencias, sobre todo en la participación social y en la búsqueda de independencia sobre la visión gubernamental, que conviene analizar. Por lo tanto en este artículo se plasman los antecedentes y el momento inicial de creación del Observatorio y se hace un análisis de los resultados logrados en la forma de participación social, y como se ha pretendido seguir con la teoría del desarrollo urbano sustentable en la integración de la temática y el sistema de indicadores que se está construyendo.
- Antecedentes
El Observatorio Urbano de León, surge a finales del año 2003, fundamentado sobre todo sobre la experiencia de varios organismos relacionados con el desarrollo urbano y la búsqueda de sustentabilidad en la ciudad de León, y en el Estado de Guanajuato:
- El Instituto Municipal de Planeación de León (IMPLAN), que surge como el primer instituto dedicado a la planeación del desarrollo urbano en México, en el año 1994. Para el año 2003, el IMPLAN había adquirido ya la experiencia y la solidez organizacional que daban sus 9 años de existencia, y mostraba sobre todo los resultados en el impulso a varios proyectos importantes para la Ciudad, como el Sistema Integrado de Transporte, que en ese momento iniciaba su operación. El sistema de planeación practicado por el IMPLAN se basa en el uso del enfoque estratégico y por la participación social en sus órganos de decisión y consulta, y de estas características se desprenden, por un lado un conjunto de líneas estratégicas, a las cuales se les ha integrado un sistema de indicadores, para su monitoreo. Por otro lado la participación social se ha intentado estructurar, además del momento mismo de la planeación, en el proceso de instrumentación de las estrategias y proyectos. Dentro de estos grupos de participación, en el año 2003 se inició la constitución de un Consejo Asesor, de carácter técnico, y que complementara la visión del Consejo Consultivo del IMPLAN, el cual tenía un carácter más bien integral, pero sin el sustento técnico en sus análisis. De esta manera, este Consejo Técnico Asesor (CTA), que contaba con la participación de los Colegios de Arquitectos e Ingenieros Civiles, con la Cámara Nacional de Empresas de Consultoría y el Centro de Estudios de Infraestructura de León (organismo del Consejo Coordinador Empresarial), inició su participación en algunos de los proyectos más significativos. De hecho sirvió como árbitro en la etapa inicial de la operación del SIT, entre los comerciantes inconformes por las obras y la propia autoridad municipal. Para quienes participábamos en ese momento en el CTA, el IMPLAN se había involucrado demasiado en algunos de los proyectos municipales, lo cual ponía en riesgo la independencia que considerábamos como necesaria para poder conducir con mayor autoridad moral y fuerza los procesos de planeación de la ciudad.
- La Red Mexicana de Ciudades hacia la Sustentabilidad (RMCS), organismo que tuvo su surgimiento en el año 2000, con una primera reunión de varias ciudades del país, para el intercambio de buenas prácticas, tanto nacionales como internacionales, en el tema del desarrollo urbano sustentable. Desde el primer Seminario llevado a cabo en las instalaciones de la Secretaría de Relaciones Exteriores en Tlatelolco, D.F., en la Red se inició un esfuerzo por generar la cultura de la evaluación sobre la gestión urbana, sobre todo en materia del desarrollo sustentable. A partir de una primera experiencia donde participaron 26 ciudades la Red promovió la creación de un sistema unificado de indicadores para que todas las ciudades mexicanas pudieran evaluarse comparativamente. A través de los siguientes seminarios, uno de los cuales se llevó a cabo en la Ciudad de León, en el año 2001, se continuó dando impulso a esta cultura de la evaluación urbana, y en el momento del surgimiento del Observatorio Urbano de León, había otras iniciativas que de manera paralela impulsaban esta misma idea, como el Centro Nacional de Desarrollo Municipal (CEDEMUN), el Programa de Desarrollo de la Región Centro Occidente, etc.
- Las instituciones de Investigación y postgrado en las Universidades, que con diversos temas se ocupaban de los temas del desarrollo urbano. En particular las Universidades que sustentaron el surgimiento del Observatorio fueron las siguientes:
- Universidad Iberoamericana: en el año 2003 contaba con un programa naciente de investigación y publicación sobre algunos temas del desarrollo urbano y social de la ciudad, y sobre todo estaba en la búsqueda de una mayor vinculación con la temática y los actores de la gestión urbana, más significativos.
- Universidad de Guanajuato: a través de su programa de Maestría en Planeamiento Urbano-Regional (surgido a finales de los años 70’s), y del Centro de Investigaciones en Ciencias Sociales (CICSUG), se han dedicado a la investigación de los fenómenos urbanos, en las principales ciudades del Bajío Guanajuatense.
- Universidad De La Salle Bajío: con un programa de Maestría en Diseño Urbano-Arquitectónico y el antecedente de su Centro de Investigaciones Urbanas y Arquitectónicas.
- Los consejos de participación gremiales y empresariales, en particular los organismos que integraban el anteriormente mencionado Consejo Técnico Asesor del IMPLAN, y que habían participado en un ejercicio de evaluación, donde fueron aplicados por primera vez un conjunto de indicadores o criterios para poder determinar la alternativa más viable en una parte conflictiva del Sistema Integrado de Transporte (OPTIBÚS).
- La oficina UN-HÁBITAT, para México, que en la persona de Alfonso X. Iracheta iniciaba su operación en el país, promoviendo los programas de la agenda Hábitat. Fue a través de su gestión que en León se conoció el Observatorio Urbano Global (GUO, por sus siglas en inglés), y el sistema de indicadores que se impulsaba a nivel mundial.
- Condiciones al momento de su creación
El Observatorio Urbano de León surgió como una respuesta a una demanda de información oportuna y veraz, que demandaba la cada vez creciente participación ciudadana en los procesos de planeación y gestión. Las condiciones prevalecientes en la ciudad de León, que en el Observatorio hemos detectado como las más importantes, son las siguientes:
- Una participación más madura de la sociedad organizada en los procesos de planeación. Esta madurez exige con mayor rigor los datos objetivos que sustenten la toma de decisiones, así como la precisión en el tipo de indicador, de tal manera que ante la necesidad de tomar una decisión específica sobre un tema del desarrollo urbano, la información debe ser igual de precisa, y sobre todo monitoreable en el tiempo.
- La falta de información oportuna en muchos de los temas críticos, tanto para los actores sociales como para los gubernamentales. La oportunidad tiene que ver con una toma de decisiones a tiempo, y no tener que esperar a generar investigaciones y diagnósticos ex profeso que usualmente la retrasan. De otra forma, lo que ha venido sucediendo es una improvisación de las decisiones, basadas en datos antiguos o poco pertinentes.
- La confusión que generan los medios de comunicación al proporcionar una visión totalmente fragmentada de las condiciones de sustentabilidad y desarrollo urbano, y muchas veces matizada con tintes amarillistas. Siendo los medios de comunicación quienes difunden la información del día con día, y con una escasa labor de investigación con artículos de fondo, la sociedad que los consulta, que no es toda, sólo obtiene pinceladas de la realidad que la rodea, y termina basando sus juicios sobre la percepción cotidiana de su entorno inmediato y el rumor.
Ante este panorama, que no es exclusivo de la ciudad de León, es que el conjunto de actores académicos y sociales iniciaron una acción formal para crear el Observatorio y atender las carencias descritas, con relación a los factores del desarrollo de la ciudad.
- El sustento teórico
- ¿Observatorio Urbano o Metropolitano?
Varios son los principios que en el OUL se han definido con el paso del tiempo, y que dan sustento teórico y metodológico a las tareas del monitoreo urbano. En primer lugar está la definición del objeto de estudio: ¿la ciudad? ¿la metrópoli?. Ante este cuestionamiento vino una toma de posición, no sólo conceptual, sino de carácter práctico, ya que en todo momento se ha pensado al interior del Consejo Directivo del Observatorio, que el organismo que se está creando debe ser sobre bases concretas y sólidas. De tal forma que se ha optado por ir consolidando la formación y crecimiento del Observatorio, con metas alcanzables, por lo que se decidió que el campo de acción fuera solamente la ciudad de León, dentro del propio municipio, y su región de influencia, sin implicar con esto necesariamente un carácter metropolitano.
La idea es que una vez que se consolide el trabajo del OUL, y se afinen los mecanismos de difusión y de relación con la autoridad municipal, se estará en condiciones de ampliar el campo de acción hacia los demás municipios y ciudades con los cuales León está ya en una interacción metropolitana, como son Silao, San Francisco del Rincón y Purísima del Rincón.
- El Desarrollo Urbano Sustentable
El otro concepto clave para definir el alcance del trabajo en el Observatorio, es el de Desarrollo Urbano Sustentable. El origen del concepto de desarrollo urbano puede ubicarse en la década de los 70’s, cuando se comenzó a tener una idea generalizada de que no bastaba con el mero crecimiento de las ciudades. El término “desarrollo” implicaba no solamente el crecimiento, sino una visión más orgánica, donde la evolución del espacio urbano, debería traer aparejado un bienestar social, en un marco de respeto por la naturaleza. A nivel mundial esto se pudo generalizar cuando surge la Agencia HABITAT de la ONU, 1976, a raíz de la cumbre sobre los Asentamientos Humanos HABITAT I, donde se reconoce la integralidad del desarrollo de los asentamientos humanos, en comunión con su entorno natural.
En sintonía con este surgimiento del movimiento por cumplir con la Agenda Hábitat I, en México surge la Secretaría de Asentamientos Humanos y Obras Públicas (SAHOP), se crea la Ley General de Asentamientos Humanos (LGAH)[1], y arranca la formulación de los planes directores urbanos de metrópolis y ciudades medias, así como los planes estatales de desarrollo urbano. En las normas de planificación urbana, se incorporan conceptos integrales de análisis del hecho urbano, tomando en cuenta los límites naturales y sociales, aunque con una visión territorial aún muy reducida. Este esfuerzo de planeación territorial tuvo además un soporte importante en los estudios sobre el Desarrollo Urbano en México coordinados por Luis Unikel y su equipo, en el Colegio de México. En esta obra se plasman algunos principios de la planeación, la investigación y la evaluación del proceso de urbanización, y se crea el Sistema Urbano Nacional, partiendo de un enfoque sistemático de clasificación de las ciudades.[2]
En la década de los 80’s se consolida el sistema de planeación urbana en México, y se transforma la SAHOP en la Secretaría de Desarrollo Urbano y Ecología, de manera tal que se reconoce el concepto de desarrollo urbano ligado al de la conservación del medio ambiente. Esto es reflejo de una conciencia mundial, que difundió el término “ecología”, para referirse a la integración de los procesos económicos, sociales y territoriales a su entorno natural. La Agenda Hábitat se instrumenta a través de la creación de las oficinas regionales (agrupando a varios países) y los acuerdos nacionales, y encuentra eco en nuestro país en la continuidad que se dio en la primera parte de la década de los 80’s. Sin embargo también esta etapa se caracteriza por una gran crisis financiera y económica que afectó a todos los países latinoamericanos, y que la definió como la “década perdida”. Desde un punto de vista, esta crisis tuvo su origen en el excesivo gasto y endeudamiento gubernamental, que partía del supuesto de contar con excedentes de recursos provenientes de la venta de petróleo. El enorme déficit acumulado en las cuentas públicas, y el alto costo del endeudamiento, además de una política errática respecto al manejo de la política monetaria, trajeron una profundización de la crisis y un aislamiento respecto a la inversión extranjera.
Este fenómeno que tuvo una expresión en el marco económico, hizo pensar a las nuevas autoridades en un cambio radical en el manejo de la economía nacional, y en las políticas públicas. A los enormes recortes del personal en todos los sectores, incluyendo el Gobierno Federal, se hizo patente un cambio importante en la importancia de las políticas urbanas en México. Tal como lo ha expresado Gustavo Garza, este fue el inicio del fin de la política urbana en el país.
En conclusión, el problema que enfrentó la articulación de las políticas territoriales en México es que a partir de los noventa, con la implantación plena del modelo neoliberal y no obstante que se siguieron elaborando los planes y programas que la Ley de Planeación establece, en la realidad el gobierno abdicó a sus funciones de planeación del territorio nacional y sus políticas urbanas y regionales son de carácter virtual, esto es, sólo existen en apariencia en el papel. Esto queda en evidencia con la desaparición de la SEDUE y su transformación en Secretaría de Desarrollo Social en mayo de 1992. … La planeación urbana se descentralizó a los gobiernos estatales y los municipios, que han demostrado tener poca capacidad técnica y recursos para enfrentar tal responsabilidad, además de que ninguno de ellos puede suplir a la federación en la planeación del territorio nacional[3]
Lo anterior muestra entonces, el grado tan profundo que ha tenido ese desmantelamiento de las políticas de planeación y gestión urbana. Ortega y Dahu, extienden este análisis a los estados y principales ciudades: “…coincidiendo con la puesta en marcha de las emergentes acciones económicas neoliberales salinistas, la planeación y la gestión urbana iniciaron un período de altibajos en diversas entidades de la República, prevaleciendo en muchos casos el debate y el desinterés gubernamental por la aparente ineficacia de los planes o por considerarlos supuestamente innecesarios en tiempos de crisis[4]”.
En contraste con este fenómeno, es importante señalar la continuidad que desde la década de los setenta han tenido instituciones de educación superior, en la oferta de estudios de postgrado en las disciplinas de la planeación urbana. Este movimiento educativo ha permitido contar con cuadros profesionales necesarios para cumplir con las políticas de descentralización de las políticas urbanas en el país.[5] Esto permitió que surgieran nuevos estudios sobre el proceso del desarrollo urbano, tanto de carácter nacional, como en las distintas ciudades y regiones del país. En los estudios de Garza, y el Colegio de México se profundizó el tema del proceso de urbanización, y se incorporaron de manera más clara, las variables económicas y ambientales en los análisis del sistema de ciudades. Como se mencionó anteriormente, es en este período cuando se elabora el Informe Brundtland, donde se acuña el término “desarrollo sostenible”, que implicaba la integración de la variable ambiental en el propio concepto de desarrollo.
Este inicio de los años noventa, vio surgir en el ámbito internacional, la Primera Cumbre sobre Medio Ambiente y Desarrollo, celebrada en Rió de Janeiro en 1992. La cumbre de Río, y su consecuente Agenda Local XXI, son el parteaguas para el surgimiento de un impulso a las políticas locales de planeación y gestión. Sin embargo siguió prevaleciendo la visión ambientalista del desarrollo urbano “La aplicación de estas concepciones “ambientalistas” al ámbito urbano se origina por la constatación de la existencia de una crisis ambiental urbana y de la necesidades de complementar desde las ideas, los avances logrados en Río de Janeiro en 1992, donde la cuestión de las relaciones medio ambiente-desarrollo quedaron limitadas al ambiente natural[6]”.
Tal vez el rasgo más importante a señalar en este periodo, respecto del concepto de desarrollo urbano sustentable, sea la complejidad de elementos que lo componen. Como menciona Narváez, “en la década de los noventa […] se hizo más compleja la visión sobre el desarrollo sustentable, nuevos temas ingresaron a la agenda ambiental de los países […] temas tales como aire, agua, manipulación de desechos […] energía, transporte, turismo, pesca, silvicultura e industria química[7]”.
Con la publicación de la Carta de Aalborg, sobre la sostenibilidad de las ciudades europeas, en 1994, surge de manera explícita el concepto del desarrollo urbano sustentable. Entre sus postulados destacan los siguientes: “Nosotras, ciudades, comprendemos que el concepto de desarrollo sostenible nos ayuda a basar nuestro nivel de vida en la capacidad transmisora de la naturaleza. Tratamos de lograr una justicia social, unas economías sostenibles y un medio ambiente duradero. La justicia social pasa necesariamente por la sostenibilidad económica y la equidad, que precisan a su vez de una sostenibilidad ambiental.”[8] Este documento clave en la conceptualización sobre la sustentabilidad urbana, desplaza la visión dual entre medio ambiente y ciudad, a una más compleja donde factores como la economía urbana, la justicia social, la movilidad, la conciencia sobre el papel global de la ciudad, la autogestión a nivel local, la participación comunitaria y los instrumentos de gestión aparecen como temas claves en el desarrollo integral.
En una reunión posterior, realizada en 1999 en Sevilla, España, se ratifica este enfoque integral que debe tener la acción para la sustentabilidad urbana: “las ciudades mediterráneas se comprometen…a desarrollar iniciativas comunes entre las ciudades en sectores tales como la planificación urbana, vivienda, lucha contra la pobreza urbana, salud, conservación de centros históricos, turismo, patrimonio cultural, agua, residuos, energía y transporte”.[9]
En México en este mismo período logra madurarse una conceptualización que rescata los fundamentos del humanismo y la visión del materialismo dialéctico. Se distingue en los autores (Iracheta, Rébora, Narváez), un sentido crítico hacia la valorización de los procesos sociales, y del ser humano, ante el reto de lograr la sustentabilidad en las ciudades. Iracheta, propone que
…tomando como base el planteamiento que establece una relación estructural entre la sociedad y la naturaleza, en la que la primera determina las transformaciones de la segunda, a partir de las formas de producción y consumo que impone el modelo económico vigente y en la que la segunda influye en los comportamientos sociales, se puede construir una conceptualización de la sustentabilidad urbana….Esta visión requiere agregar la idea integral del fenómeno socio-espacial a partir del concepto de totalidad social, en el que la ciudad es vista como un poliedro de múltiples facetas y relaciones que no podemos observar en toda su complejidad al mismo tiempo (Neira, 1995) y que, sin embargo, está ahí expresando y diciendo que enfrenta múltiples contradicciones y problemas que, para ser tratados, requieren de tener conciencia del poliedro como tal y no sólo de alguna de sus caras. Al tiempo, exige una visión de lo local-concreto; es decir, una apreciación de la acción cotidiana de las comunidades urbanas y las formas como se relacionan con su ambiente[10].
Esta conceptualización que propone una visión múltiple del fenómeno urbano, se deriva seguramente del reconocimiento de la complejidad en los fenómenos urbanos en nuestro país, y que contrastan de manera importante con la realidad europea, y de los países más desarrollados en general. En México, el fenómeno de la pobreza urbana y la marginación, que está presente en la base misma de cualquier análisis urbano, hace necesario un enfoque distinto. Iracheta, citando a Cabrera, propone que: “la sustentabilidad urbana requerirá probablemente de un esfuerzo teórico importante para ubicarla en el contexto del desarrollo y de la urbanización de fin de siglo, ya que más que un concepto ecológico –y por ello naturalista- es un concepto socioeconómico, espacial y político, en el que la crisis ambiental como crisis de la sobrevivencia de la naturaleza, y dentro de ella, del hombre, es un producto de la crisis social, económica y política a nivel planetario y, especialmente, en los países del subdesarrollo.” Este enfoque propuesto coincide con lo que a nivel mundial se fue fraguando, y que tuvo como culminación la Cumbre de Johannesburgo, realizada en 2002. Cabe citar una parte de la declaración final, que hace un recuento precisamente de la evolución de los conceptos, a partir de la década de los setenta:
Hace 30 años, en Estocolmo, nos pusimos de acuerdo sobre la urgente necesidad de responder al problema del deterioro del medio ambiente. Hace diez años, en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo, celebrada en Río de Janeiro, convinimos en que la protección del medio ambiente, el desarrollo social y el desarrollo económico eran fundamentales para lograr el desarrollo sostenible basado en los Principios de Río. Para alcanzar este objetivo aprobamos el programa mundial titulado “Programa 21” y la Declaración de Río sobre Medio Ambiente y el Desarrollo, respecto de los cuales reafirmamos nuestro compromiso. […]En la Cumbre de Johannesburgo hemos realizado una valiosa labor al reunir una variada gama de pueblos y opiniones en una búsqueda constructiva del camino común hacia un mundo que respete y ponga en práctica el concepto del desarrollo sostenible.
Este evento marca la pauta de una formalización de los conceptos del desarrollo sustentable en una perspectiva múltiple. En la declaración final se afirma categóricamente la necesidad de atender de manera integral los aspectos del desarrollo, de tal manera que no se generen desbalances, tanto entre temas como entre los distintos niveles de actuación. Una parte del texto es explícita al respecto: “…Por consiguiente, asumimos la responsabilidad colectiva de promover y fortalecer los pilares interdependientes y sinérgicos del desarrollo sostenible —desarrollo económico, desarrollo social y protección ambiental— en los planos local, nacional, regional y mundial.”[11]
Por todo lo anterior, en el Observatorio de León se optó por trabajar una visión del desarrollo urbano, bajo la óptica de sus elementos componentes:
- Lo social
- Lo medioambiental
- Lo económico
- Lo cultural
- Lo relativo a la participación social y la gobernanza
- Lo propiamente urbano-territorial
A partir de estos conceptos se ha venido trabajando en la constitución de mesas de trabajo temáticas, y desarrollando el primer conjunto de indicadores.
- La participación social, la veracidad y la credibilidad.
La otra reflexión que se ha llevado a cabo en el OUL es la relacionada con la propia integración social y gubernamental de sus actores. El principio fundamental sobre el cual descansa el trabajo de los Observatorios Urbanos, así lo entendemos, es la veracidad de la información, y el grado en el cuál ésta es creíble por la sociedad en general. Por lo tanto no se ha buscado solamente la generación de información y la construcción de un sistema de indicadores, sino sobre todo, que cualquier dato sea verificado por las instancias académicas y sociales, y que se marque una distancia pertinente respecto a la información que proviene únicamente del sector gubernamental. De esta manera los dos retos que se ha buscado superar son precisamente el de generar información verificable y lograr que la sociedad tenga confianza en esa información. La composición del Observatorio ha tenido esta base, y por lo tanto, se ha buscado que sean las universidades sobre todo las que lleven el liderazgo y la coordinación técnica de los trabajos en cada una de las mesas temáticas.
Por otro lado, en términos de la participación social, es importante señalar la dificultad que se tiene para contar con personas que puedan dedicar su tiempo desinteresadamente a esta labor. Tanto al interior de las universidades, como en los organismos gremiales y empresariales que conforman el consejo directivo del Observatorio, ha sido difícil encontrar las personas con este tiempo extra y con el grado de compromiso necesario para establecer un trabajo constante y que permita contar con la certeza de que sostendrá durante varios meses y años. Por esta razón es que la velocidad de arranque ha sido tan lenta, porque se busca ir al ritmo del grupo, y no unos cuantos que disponen de más tiempo y recursos. Se ha buscado que el grupo directivo del Observatorio lleve un mismo ritmo, y que sea un equipo sólido de trabajo para asegurar la permanencia del organismo en el largo plazo.
- La experiencia y el momento actual
Actualmente se han integrado a este proyecto ciudadano, las siguientes instituciones y organismos:
UNIVERSIDADES: Iberoamericana, De La Salle – Bajío y de Guanajuato
COLEGIOS DE PROFESIONISTAS: de Arquitectos y de Ingenieros Civiles de León
EMPRESARIALES: la Cámara Mexicana de la Industria de la Construcción (CMIC) y la Cámara Nacional de Empresas de Consultoría (CNEC) así como el Centro de Estudios de Infraestructura de León, que forma parte del Consejo Coordinador Empresarial y el Instituto Mexicano de Desarrollo Tecnológico que forma parte de la CNEC.
GOBIERNO: Instituto Municipal de Planeación (IMPLAN), Dirección de Fomento Económico Municipal, Instituto de Información para el Desarrollo de Guanajuato.
El trabajo está coordinado por un Consejo Directivo donde participan representantes de cada una de las instituciones anteriores, y quienes han decidido impulsar la idea del OUL a través de una “Carta de Intención”. Esta constitución no formal del Observatorio ha sido suficiente para los trabajos iniciales, sin embargo ya se ha decidido que habrán de contarse con un Convenio Interinstitucional para poder afianzar los lazos de colaboración entre los organismos e instituciones que lo constituyen.
Para el trabajo operativo se ha decidido establecer un equipo por cada una de las mesas temáticas, de tal forma que se ha convocado a personas e instituciones a que participen en la integración de los sistemas de indicadores. Esta convocatoria ha tomado la forma de Talleres de Trabajo, y se ha explorado para cada una de las mesas, de invitar a personas con un perfil orientado a la investigación y que tengan la disponibilidad de su tiempo suficiente para lograr la continuidad de los trabajos. Al momento participan activamente alrededor de 40 personas de todos los sectores, en cinco de las seis mesas temáticas, estando en este momento detenida la correspondiente al tema de la Participación Social y Gobernanza, por no contar con un coordinador que de seguimiento y haga la convocatoria respectiva.
El trabajo inicial en cada una de las mesas se resume en la tabla siguiente, y es de notar que se está llevando a cabo una especie de “trabajo de prueba” de cada una de ellas, al seleccionarse solo un grupo pequeño de indicadores, que en algunos casos solo son datos estadísticos, para con esto evaluar la verdadera capacidad de trabajo y organización que se puede ejercer, y poder de esta manera mejorar el trabajo necesario para el monitoreo con indicadores más complejos.
MESA TEMATICA | SOCIAL | ECONOMICA | MEDIO AMBIENTE | PATRIMONIO CULTURAL | URBANO
TERRITORIAL |
INDICADORES INICIALES | Población total
Segregación social-urbana |
Empleo y
composición del empleo por sector |
Superficie de parque urbano con relación a la norma de cobertura | Número de inmuebles catalogados por INAH | Superficie urbana, por sector y número de viviendas |
STATUS | Se partió de un estudio previo del CICSUG | Participan economistas de la U. Iberoamericana y U. de Gto. | Se trabaja con datos generados en el IMPLAN | Se está contabilizando a partir del Catálogo INAH | Con datos de IMPLAN y fotos satelitales de la mancha urbana |
COORDINACIÓN | Antonio Salgado
Universidad de Guanajuato |
Julián Tejada
Colegio de Ingenieros Civiles |
Martín Tovar
U. Iberoamericana |
Ernesto Padilla
U. Iberoamericana |
Jorge Miranda
Cámara de Consultoría |
Otra labor que se ha desarrollado en el OUL es la de vinculación con otras iniciativas similares, tanto en un proceso de aprendizaje, como con la idea de compartir la experiencia. Esto se ha llevado a cabo a través de Talleres realizados en las instalaciones de las Universidad Iberoamericana, a donde se ha invitado a participar a los nacientes Observatorios de Querétaro, Aguascalientes y San Luis Potosí. De igual manera se ha participado y asistido a eventos de carácter nacional y regional para mostrar los avances y procesos que se han llevado a cabo con el afán de constituir paulatinamente una verdadera red de intercambio de información y experiencias. En esta relación cabe mencionar el proceso que en paralelo a estas iniciativas locales se ha llevado a cabo por la SEDESOL y la Oficina HÁBITAT-ONU, para constituir la Red Nacional de Observatorios Urbanos, y donde el OUL ha participado en su Consejo Técnico.
En este tenor, es importante señalar que aunque se tiene ya la capacitación y las guías metodológicas para iniciar el trabajo con los Indicadores del HÁBITAT, esto se llevará a cabo una vez que se concluya con esta fase inicial de prueba, donde se encuentran concentrado nuestro trabajo en este momento.
BIBLIOGRAFÍA
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- Declaración de Río sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo, 1992, Cumbre de la Tierra, pnud.org/summitofearth/
- Declaración de la Cumbre sobre el desarrollo sostenible, 2002, Johannesburgo, un.org/spanish/conferences/
- Declaratoria de las ciudades mexicanas hacia la sustentabilidad: cmq.edu/gestionurbana
- Fernández Güell, José Miguel, Planificación estratégica de ciudades, 1997, Barcelona, Gustavo Gili.
- Garza, Gustavo, La urbanización en México en el siglo XX, El Colegio de México, México, 2003
- Iracheta Cenecorta, Alfonso X., Planeación y Desarrollo, una visión del futuro, Plaza y Valdés Editores, México, 1997.
- Naredo, Alfredo, Sobre el origen, el uso y el contenido del término sostenible, artículo en Internet, Patrocinado por la Dirección General de la Vivienda, la Arquitectura y el Urbanismo del Ministerio de Fomento de España: habitat.aq.upm.es/
- Rébora Togno, Alberto ¿Hacia un nuevo paradigma de la planeación de los asentamientos humanos?, Miguel Ángel Porrúa, México, 2000.
- Toffler, Alvin, El shock del futuro, Ed. Plaza y Janes, Madrid, 1970, p. 137
- Unikel, Luis, El desarrollo urbano de México, El Colegio de México, México, 1976.
[1] En 1976 la política mexicana se caracterizó por una voluntad muy clara de priorizar el desarrollo urbano y regional, con una visión integral y territorial. Llevando el liderazgo latinoamericano, en nuestro país se promovió un movimiento sin igual, por la descentralización y el fortalecimiento municipal, además de la construcción del andamiaje de la planeación urbana, en todas las entidades y principales ciudades del país.
[2] A partir de conceptos como el coeficiente de elasticidad urbana, o del nivel de urbanización, se analizan no solamente las ciudades sino los sistemas de ciudades. También Unikel explora los criterios para definir las zonas metropolitanas y propone una primera clasificación para México. Unikel, L. (1976), El desarrollo urbano de México, El Colegio de México, México.
[3] Garza G. (2003), La urbanización en México en el siglo XX, El Colegio de México, México, p.143.
[4]García Ortega (2001), Planeación y gestión urbana y metropolitana en México, El Colegio de la Frontera Norte A.C. y El Colegio Mexiquense, A.C., Zinacantepec, Edo. de México, p.11
[5] Se pueden mencionar las Maestrías en Desarrollo Urbano, Planeamiento Urbano y Regional, por instituciones como la UNAM y el Colegio de México, y de Universidades en los Estados.
[6] Iracheta (1997), Planeación y Desarrollo, una visión del futuro, Plaza y Valdés Editores, México, p.135
[7] Narváez (2002), op. Cit., p.6
[8] Carta de las ciudades europeas por la sustentabilidad, Aalborg, Dinamarca, el 27 de mayo de 1994, www.iclei.org/europe
[9] Declaración de Sevilla (adoptada el 23 de enero de 1999 por los participantes en la Conferencia Euro-Mediterránea de Ciudades Sostenibles, Sevilla, España), en www.sustainable-cities.org/ Seville_Statement_Spanish.doc
[10] En Planeación y desarrollo, una visión del futuro, p. 136
[11] Cumbre Mundial sobre el Desarrollo Sostenible, Johannesburgo (Sudáfrica), 26 de agosto a 4 de septiembre de 2002, en www.un.org/spanish/conferences/